ADENEX alerta de las pérdidas en biodiversidad que suponen los incendios en Monfragüe y Las Hurdes

 

 

ADENEX alerta de las pérdidas en biodiversidad que suponen los incendios en Monfragüe y Las Hurdes

La organización manda todo su apoyo a los operativos que trabajan en la lucha contra las llamas y a los vecinos desalojados de sus casas

Ante el avance del fuego declarado el jueves en los límites del Parque Nacional de Monfragüe y el que se inició este lunes en Las Hurdes, la Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura, ADENEX, muestra su preocupación por las pérdidas económicas y materiales ocasionadas y alerta del impacto que un incendio de estas magnitudes supone para la biodiversidad, cuyas pérdidas irreparables van más allá de los efectos en el paisaje a corto plazo. Además,  ADENEX envía todo su apoyo y reconocimiento a los efectivos que se juegan la vida en la lucha contra el fuego. La organización muestra también su solidaridad con las poblaciones afectadas y los vecinos desalojados, que viven estos momentos con incertidumbre. Para ellos, todo el apoyo de ADENEX.



Efectos que veremos a corto, medio y largo plazo

La pérdida de suelo por erosión es el daño ecológico más grave ocasionado por los incendios. El suelo, además de ser el soporte y la fuente de nutrientes de la vegetación y la fauna, es un bien escaso, sobre todo en terrenos forestales como los del Parque Nacional de Monfragüe o Las Hurdes, donde este tiene, por lo general, escasa fertilidad.

En los momentos iniciales después del incendio empiezan a recuperarse las especies dotadas de mecanismos de resistencia al fuego, así como las plantas herbáceas que colonizan la zona afectada por la ausencia de competidores. En el caso de la fauna, las especies con mayor movilidad como aves y otros vertebrados pueden huir hacia zonas limítrofes con las áreas incendiadas e irán recolonizando la zona a medida que se va regenerando la cubierta vegetal. 

Sin embargo, una de las consecuencias más preocupantes de los incendios es el balance hidrológico en el bosque, que resulta profundamente alterado. Por un lado se reduce la cubierta vegetal que ofrecía protección respecto al agua de lluvia (evitando la escorrentía superficial y erosión), y que permitía el retorno de ésta a la atmósfera mediante la transpiración de las plantas. A su vez, la infiltración del agua de lluvia se ve dificultada por la destrucción de la estructura superficial del suelo que origina una compactación del mismo al quedar los poros obturados impidiendo la penetración del agua. Con las primeras lluvias tras el incendio, se originan las mayores escorrentías de agua superficial, duplicándose los valores habituales. El suelo es un bien difícilmente recuperable, de modo que la degradación de sus características iniciales (físicas, químicas y biológicas) y, sobre todo, la pérdida de sus partículas más finas y de los nutrientes por la erosión, hacen que tenga un proceso de regeneración extremadamente lento.

El paisaje es un elemento que integra muchos valores imposibles de evaluar únicamente bajo parámetros medibles. Globaliza valores estéticos y emotivos, culturales, científicos y ecológicos. Con los incendios forestales que vive estos días la región, se destruyen los ecosistemas y se malogran todos los múltiples usos de los montes y el paisaje: ecológicos, productivos, de ocio, así como los referentes al valor natural y cultural único e incalculable de nuestro territorio.

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