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La central nuclear de Almaraz se halla situada en el municipio de Almaraz (Cáceres), en la comarca de La Vera, a 16 kilómetros de Navalmoral de la Mata, a 68 de Cáceres y a 180 de Madrid. La autorización del proyecto data del 29 de octubre de 1971 y su construcción, del 2 de julio de 1973, año en el que se iniciaron los trabajos de excavación. La construcción se retrasó varios años debido a la lentitud en el desempeño de determinados trabajos y a las dificultades que se encontraron para el suministro de algunos componentes.
Durante su construcción, desde 1972 a 1983, fueron numerosas las huelgas, protestas laborales y políticas de los trabajadores de las distintas empresas, principalmente durante 1976 y 1977. Esto supuso una gran experiencia en cuanto a la lucha sindical, no solo para mejorar las condiciones laborales, sino también para comprometerse políticamente en demandas de democratización con las poblaciones del entorno de la central.
En junio de 1979, se produjo la primera gran manifestación antinuclear en Almaraz a raíz del accidente de la central de Three Mile Island en los EE. UU. Esta fue el pistoletazo de salida para las grandes movilizaciones futuras.
Hacía poco que se había creado la Coordinadora Antinuclear de Extremadura, formada por Adenex, la Coordinadora Popular de Campo Arañuelo, la Comisión de Afectados por la central nuclear de Valdecaballeros y los comités antinucleares de Badajoz y de Cáceres.
La planta está constituida por dos reactores de agua ligera tipo PWR (agua a presión) diseñados por la firma americana Westinghouse y producen el 7 % de la electricidad de España (entre 15 y 16 millones de megavatios al año). Estas dos unidades no comparten edificio, a excepción de la sala de control. La Unidad I, que fue inaugurada por el entonces presidente del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, entró en funcionamiento en mayo de 1981; mientras que la Unidad II lo hizo en 1983.
Fue la cuarta nuclear española en abrirse, tras la de José Cabrera (Guadalajara), Santa María de Garoña (Burgos) y Vandellòs I (Tarragona), y la primera central de segunda generación de España. En un principio, las empresas explotadoras de la planta eran Hidroeléctrica Española, Compañía Sevillana de Electricidad y Unión Eléctrica. Hoy pertenece a Iberdrola, Endesa y Naturgy.
A finales del 2007, se iniciaron los trámites para solicitar la renovación de la licencia de explotación por otros diez años, ya que tenía permiso prorrogado para funcionar hasta junio del 2010, fin del plazo de explotación otorgado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en el año 2000. Y es que hasta ese año había operado con permisos de explotación provisionales.
Mediante el Real Decreto-ley 13/2014, de 3 de octubre, por el que se adoptan medidas urgentes en relación con el sistema gasista y la titularidad de centrales nucleares, la titularidad de la autorización de explotación de la central nuclear de Almaraz, Unidades I y II, se transfirió a Centrales Nucleares Almaraz-Trillo A.I.E.
En marzo de 2019, las empresas propietarias firmaron un protocolo histórico auspiciado por el Gobierno y Enresa con el propósito de cerrar de forma escalonada el parque nuclear español. Acordaron solicitar como fechas de cierre definitivo la de noviembre de 2027 para Almaraz I y hasta octubre de 2028 para Almaraz II. En junio de 2020 se le concedió al titular la renovación de la autorización de explotación por los plazos solicitados.
El desmantelamiento por parte de ENRESA comenzará tres años después del cese de explotación (tras el informe del CSN) y la gestión del combustible gastado y de los residuos de alta actividad se llevará a cabo en los ATI de la propia central hasta 2065 (el 7.º Plan General de Residuos Radiactivos (PGRR) aprobado el 27 de diciembre de 2023, en el Consejo de Ministros).
Según manifestaron los responsables de la central cuando inició su actividad, Almaraz tiene un funcionamiento útil de 40 años, por lo que, de acuerdo con estos datos, la Unidad I habría cumplido su ciclo en el año 2021 y la UNIDAD II en el 2023. Del lado contrario, las organizaciones ecologistas, con Adenex y Greenpeace a la cabeza, han aspirado históricamente a conseguir el cierre inmediato de la planta nuclear tanto por los problemas de seguridad que, a su juicio, sufre, como por la escasa fiabilidad que, para ellos, muestran las instalaciones que la acoge, así como por lo innecesario de continuar con una manera de producir electricidad que genera una gran cantidad de residuos para los que no hay solución.
En la central nuclear de Almaraz, los problemas técnicos surgieron muy pronto e hicieron inviable su funcionamiento al 100 % de su capacidad. Así, desde sus inicios, la planta se vio marcada por una larga sucesión de incidentes, errores, paradas no programadas o recargas fuera de especificación que afectaron a elementos esenciales de su seguridad y que ha caracterizado su historia. A esto, hay que sumar las más de 4000 modificaciones de diseño realizadas —algunas de gran envergadura—, como los cambios de generadores de vapor o de la cabeza de la vasija de vapor de ambas unidades.
En este sentido, en uno de los primeros informes sobre Almaraz del Consejo de Seguridad Nuclear (el organismo estatal competente en vigilar el cumplimiento de las normas relativas a la seguridad nuclear y la protección radiológica) ya se hacía referencia a esos problemas iniciales: principalmente, el mal diseño inicial de los asentamientos de combustible de las dos unidades con respecto a los edificios de contención (que se subsanó inyectando bentonita y cemento bajo la losa de cimentación), los defectos por vibraciones y la corrosión de los tubos de los generadores de vapor.
Durante los primeros ocho meses, el funcionamiento de la Unidad I fue discontinuo como consecuencia de las pruebas nucleares previas a su puesta en explotación comercial. Se registraron 35 paradas, de las que tres fueron programadas para mantenimiento o reparación de los equipos; 6 correspondieron a disparos programados para pruebas nucleares, y las 26 restantes, no previstas, se debieron a fallos de operación, fallos del equipo de instrumentación, de las salvaguardias, de los componentes eléctricos o por perturbaciones en la red eléctrica exterior, además del problema de las vibraciones de los generadores de vapor.
Los generadores de vapor son unos cilindros de varios metros de alto y un par de metros de diámetro que contienen en su interior un gran número de tubos en forma de U a través de los cuales circula el agua caliente a presión del circuito primario, un agua altamente radiactiva por el hecho de estar en contacto con el núcleo de uranio del reactor. En los reactores de agua a presión, como los de Almaraz y Ascó, estos generadores de vapor son las piezas que trasfieren el calor del agua radiactiva (muy caliente y a mucha presión) de la vasija del reactor (circuito primario) al agua del circuito secundario de refrigeración, que, al perder presión, hierve y produce el vapor de agua que mueve la turbina.