Del 6 al 18 de noviembre de 2022 se celebrará la Cumbre Climática de Naciones Unidas (COP27). El objetivo fundamental de estas cumbres es acelerar la acción contra el cambio climático de forma conjunta, a nivel global, con el fin de alcanzar objetivos del Acuerdo de París firmado hace ya más de seis años.
De la COP26 de Glasgow se obtuvo el Compromiso Mundial para reducir las emisiones de Metano, la Declaración sobre Bosques y usos de la Tierra, y el acuerdo para reducir las subvenciones a los combustibles fósiles aceptado por más de 30 países. Pero se trata de pactos no vinculantes, cuyo cumplimiento queda en manos de la voluntad de los estados. Además, la falta de acuerdos en términos de financiación permite a los países más contaminantes seguir evadiendo sus responsabilidades históricas y olvidar la Justicia climática. Durante esta próxima cumbre se espera que se haga efectivo el fondo de 100 mil millones de dólares para ayudar a los países más vulnerables que prometió el acuerdo alcanzado en Glasgow. Quizás la necesidad de medios para luchar contra el cambio climático demandados por los países más vulnerables se visibilizará más al desarrollarse esta cumbre en África.
No obstante, la urgencia de frenar el incremento de temperaturas se ha vuelto a poner en evidencia tras la publicación del último informe del IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático), en el que los científicos advierten de que la realidad es peor que las previsiones expuestas por el anterior informe.
Por primera vez en su historia, la Cumbre Climática de Naciones Unidas acogerá un Pabellón dedicado al Mediterráneo. Esta iniciativa servirá para destacar los retos a los que se enfrenta la región, desatendida hasta ahora en las negociaciones sobre el clima. La iniciativa está dirigida por la Unión por el Mediterráneo (UpM) junto con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente - Plan de Acción para el Mediterráneo (PNUMA-PAM) y la Fundación PRIMA, además de una coalición de las principales organizaciones que se ocupan de la acción climática en la región. Además, contará con la red independiente de Expertos del Mediterráneo en Cambio Climático y Ambiental (MedECC) como Consejo Científico que asesora todas sus actividades. MedECC reúne a más de 600 científicos de 35 países y publicó en 2019 el primer informe científico sobre el impacto del cambio climático y ambiental en la región mediterránea.
El área mediterránea se enfrenta a un impacto extremadamente severo y acelerado ya que es la segunda región del planeta que más rápido se calienta (un 20% más rápido que la media mundial). En concreto, Egipto -país que acoge esta COP27- sufre las consecuencias del cambio climático, con temperaturas extremas, sobre todo en las zonas desérticas, y el Gobierno egipcio ha expresado su preocupación por cómo puede afectar a sus niveles de agua, especialmente en el río Nilo.
Algunas acciones que se pueden llevar a cabo en las sociedades industrializadas de alto consumo de insumos y energía, para reducir las emisiones a nivel individual y global son:
Se ha publicado el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) titulado “Cambio Climático 2022: impactos, adaptación y vulnerabilidad” de los ecosistemas naturales y de los sistemas socioeconómicos ante el cambio climático, donde también se analizan las mejores estrategias para reducir su impacto en diferentes escalas. Supone el trabajo más completo y actualizado sobre la crisis climática hasta la fecha.
El cambio climático provocado por el ser humano está causando una perturbación general y peligrosa en la naturaleza, afectando a la vida de millones de personas en el mundo. Las personas y los ecosistemas con menor capacidad de hacer frente a la situación son ya los más afectados, afirma la comunidad científica en este último informe. Alertan de que el mundo se enfrenta a multitud de riesgos climáticos durante las próximas dos décadas, y que, de no reducirse las emisiones en las décadas siguientes y se supera el nivel de calentamiento de 1,5 º C (establecido en el Acuerdo de París), se producirán impactos graves, algunos de ellos irreversibles.
Según la comunidad científica, casi la mitad de la humanidad (entre 3.300 y 3.600 millones de personas) viven en un contexto muy vulnerable al cambio climático. A nivel global, las zonas más vulnerables son el África central, el sudeste asiático y América central, mientras que, en el caso del continente europeo, la región más amenazada es el área del Mediterráneo. Se sabe que el Mediterráneo se calienta más rápidamente que la mayoría de zonas del mundo. Hay consenso en que en el mediterráneo la sequía será un riesgo muy relevante. En este sentido, las predicciones apuntan a que por cada grado que aumente la temperatura veremos reducidas las lluvias un 4%, por lo que se predicen unas reducciones de entre un 5% a un 20% según la nuestra capacidad de reducir emisiones.
Estas semanas se ha publicado un estudio llevado a cabo por un grupo de científicos de la Universidad de Arizona, en él se apunta que en los últimos 150 años se ha producido el mayor aumento de temperaturas de la historia, viéndose de manera clara los efectos negativos de las actividades humanas sobre nuestro planeta. Este aumento es consecuencia directa de las emisiones de efecto invernadero y el retroceso de las capas de hielo.
Por otra parte, este verano, el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático (IPCC) fue contundente: si se mantiene el actual ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero, la temperatura global aumentará 2,7 grados a finales de siglo.
La COP 26 (Conferencia de las Partes) es la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima, en la que representantes y líderes de todo el mundo se dan cita para discutir sobre la crisis climática a nivel global, esta ha sido la 26ª edición. El Pacto de Glasgow ha mantenido el texto que dice que, si se quiere conseguir contener el recalentamiento de la Tierra en 1,5ºC, es necesario recortar las emisiones gases de efecto invernadero un 45% respecto a 2010 al llegar a 2030.
¿Por qué es tan importante alcanzar esta cifra? Cada fracción de grado marca una gran diferencia. Un aumento medio de la temperatura global de 2ºC haría que cientos de millones de personas más se vieran afectadas, y el doble de plantas y tres veces más especies de insectos perdieran grandes extensiones de su hábitat.
Las migraciones climáticas afectan ya a 24 millones de personas, según el Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC). La alteración del clima está provocando también pérdidas de cosechas que conllevan hambre y en zonas de África, América Latina o el sudeste asiático.
Ante estos hechos, la COP26 termina con un acuerdo decepcionante e insuficiente para hacer frente de manera efectiva a la emergencia climática: esta nueva edición de la COP finaliza con un texto no vinculante, donde falta concreción en las medidas, tiempos y financiación de las partes firmantes.
Conclusiones y temas de la COP26
Numerosos estudios relacionan el aumento de la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor, una de las consecuencias del cambio climático, con el aumento de mortalidad y de diversas enfermedades, sobre todo en las poblaciones más vulnerables. Estas olas de calor serán cada vez más frecuentes en nuestras latitudes según pasen las décadas, además no hay que olvidar que el territorio español es uno de los más vulnerables geográficamente a los efectos del cambio climático.
Del mismo modo, los fenómenos meteorológicos extremos, el aumento de las enfermedades infecciosas, la disminución de los suministros de agua dulce y los problemas de salud relacionados con la contaminación del aire, son algunos de los impactos del cambio climático que tendrán una incidencia determinada sobre la salud de las personas.
Pensamos que es necesario percatarse a tiempo de la situación de cara a antecedernos a esas consecuencias, y una herramienta valiosa que tenemos para ello las personas es estar bien informadas. Compartimos algunos recursos que pensamos son interesantes para esta labor.
Recientemente el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha impulsado la publicación de la guía didáctica sobre adaptación al calor ‘Aclimatarnos: el cambio climático, un problema de salud pública’, que está elaborada por profesionales de la educación ambiental y dirigida a profesorado de Primaria, E.S.O. y Bachillerato. Esta guía surge con el fin de difundir los resultados del estudio "Evolución de las temperaturas de definición de ola de calor en España como indicador del proceso de adaptación al calor en diferentes escenarios de cambio climático’’ realizado por la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente de la Escuela Nacional de Sanidad del ISCIII, dentro del proyecto ACLIMATARNOS.
Dicho proyecto une la investigación científica con la educación ambiental para comunicar la necesidad de adaptarnos a ese aumento de las temperaturas. Para ello, se han desarrollado diferentes materiales para dar a conocer los efectos de los extremos térmicos en la salud humana y, sobre todo, informar sobre cómo nos podemos adaptar a ellos para minimizar sus impactos sobre la población.
Ayer, día 24 de octubre, fue el DÍA INTERNACIONAL DE LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO.
El cambio climático del que hablamos aquí se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos determinados, desde el siglo XIX, por las actividades humanas debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas. La quema de combustibles fósiles genera emisiones de gases de efecto invernadero que actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor del sol y elevando las temperaturas.
Algunos ejemplos de emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático son el dióxido de carbono y el metano. Estos proceden del uso de la gasolina para conducir un coche o del carbón para calentar un edificio, por ejemplo. El desmonte de tierras y bosques también puede liberar dióxido de carbono. Los vertederos de basura son una fuente importante de emisiones de metano. La energía, la industria, el transporte, los edificios, la agricultura y el uso del suelo se encuentran entre los principales emisores.
Las concentraciones de gases de efecto invernadero se encuentran en su nivel más elevado en 2 millones de años. Y las emisiones siguen aumentando. Como resultado, la temperatura de la Tierra es ahora 1,1 °C más elevada que a finales del siglo XIX. La última década (2011-2020) fue la más cálida registrada.