El pasado lunes día 6 de junio el Diario Oficial de Extremadura publicó una resolución de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura por la que se anunciaba la incoación del expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) a los murales publicitarios de Nitrato de Chile. ADENEX realizó esta propuesta a la Consejería de Cultura en septiembre pasado junto con un inventario de los 21 que aún se conservan en Extremadura.
La Consejería de Cultura reconoce que estos carteles “poseen un incuestionable valor patrimonial, artístico e histórico puesto que son exponentes del diseño y la imagen publicitaria española de la década de 1930, así como el reflejo de la sociedad y la economía agraria de ese momento”. Extremadura se convierte así en la primera región que inicia el camino para amparar con esta figura de protección del patrimonio la icónica silueta del jinete sobre fondo amarillo que se hizo tan reconocible en la España del siglo pasado.
El estado de conservación en el que se encuentran los distintos paneles que aún persisten es desigual. Su localización en la vía pública los expone a factores climatológicos, al vandalismo y al expolio en mayor medida que otros bienes culturales.
La declaración como BIC de estos paneles obliga a sus dueños a conservarlos y a comunicar a la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural cualquier intervención que se realice sobre ellos. Los propietarios o poseedores de otros carteles no recogidos en el listado también deberán comunicar a partir de ahora su existencia.
El Nitrato de Chile era un abono natural compuesto de nitrato de sodio. La imagen de esta publicidad fue ideada por Adolfo López-Durán (1902-1998) cuando aún era estudiante de arquitectura. Su diseño es testimonio de un movimiento artístico del momento, el art déco, y fue realizado en torno a 1929. Cobró forma en la fábrica valenciana El Siglo, propiedad de Ramón Piñón Castelló, una industria que permaneció activa hasta 1937, lo que permite datar todas estas obras entre ambas fechas. Extremadura, las dos Castillas, La Rioja, Aragón o Andalucía, regiones en las que el cultivo del cereal --que podía llegar a multiplicarse recurriendo al salitre-- era básico para la subsistencia, fueron en las que la presencia de este reclamo comercial se hizo más habitual.
Aunque era habitual colocar estos paneles en las entradas o salidas de las localidades, también los encontramos en las plazas junto al Ayuntamiento, como en Valencia del Ventoso, o en inmuebles destacados o hitos del municipio como la plaza de toros de Olivenza o el Convento de la Merced en Trujillo.
Desde ADENEX mostramos nuestra satisfacción por esta decisión que esperamos llegue a buen puerto y agradecemos la colaboración de quienes participaron en el inventario coordinado por el Grupo de Trabajo de Patrimonio Histórico de nuestra asociación.
El Grupo de Trabajo de Patrimonio de ADENEX insta a la Consejería de Cultura a intervenir de forma urgente en la ermita de San Jorge de Cáceres cuyo deterioro es muy grave.
A través de un escrito se ha dirigido a la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura para instarle a que intervenga de forma urgente en la ermita de San Jorge, situada a unos 12 kms. de Cáceres cerca de la carretera de Badajoz y del Torreón de los Mogollones. Esta ermita sufre un deterioro muy grave, afectando a la estructura del inmueble, algunas de cuyas parte se han derrumbado y han dejado a la intemperie las singulares pinturas murales del s. XVI. La asociación Hispania Nostra incluyó a la ermita en su Lista Roja del Patrimonio en el año 2008: https://listarojapatrimonio.org/ficha/ermita_del_salvador_san_jorge/ señalando que su grave deterioro hace temer su hundimiento y que las pinturas, a la intemperie, están en avanzado proceso de pérdida.
Ya el año pasado ADENEX se dirigió al Director General de Patrimonio solicitando su intervención. En aquella ocasión Francisco Pérez Urban respondió que se estaba negociando con la propiedad la cesión de la ermita y que se estaban elaborando propuestas para intervenir en ella cuando la cesión fuese efectiva. Un año más tarde la respuesta ha sido similar: se sigue negociando el traspaso de la propiedad y se preparan futuras inversiones. Mientras el estado de la ermita se va deteriorando a pasos agigantados. En noviembre del año pasado se derrumbó uno de los muros laterales dejando a la intemperie las singulares pinturas murales del s. XVI del pintor local Juan de Ribera. Estas pinturas que hasta ahora habían resistido el paso de los siglos han quedado más expuestas a los efectos de la lluvia y el sol y se van degradando sin que la administración acabe de intervenir para evitarlo.
Desde nuestra asociación se teme seriamente que, a pesar de las futuras inversiones previstas por la Junta de Extremadura, cuando se vaya a intervenir en ella ya sea demasiado tarde. No puede pasar otro invierno y otra temporada de lluvias sin que se consolide parte de su estructura en riesgo de derrumbe y sin que se protejan las pinturas murales. Unos meses lluviosos y unos procedimientos legales lentos pueden ser fatales para la ermita y especialmente para sus pinturas muy expuestas al aire libre por el derrumbe de las estructuras que las protegían.
Enlace Fotos ermita de San Jorge 2007
Enlace Fotos ermita San Jorge 2020
¿QUÉ IMPLICA CERRAR LAS CENTRALES NUCLEARES?
JOSÉ Mª GONZÁLEZ MAZÓN
Coordina el GT de energía de ADENEX
Estamos acostumbrados a que cuando describimos la actividad industrial de una central nuclear para producir electricidad solo veamos el edificio al lado de unas Torres cerca del mar o al lado de un pantano artificial de algún río. Pero la realidad fabril no es esa tan aparente.
Siempre tendremos que contabilizar las tres fases que todo el ciclo completo de una central nuclear pone en funcionamiento.
- Una primera fase anterior a la llegada del combustible en la propia instalación (siempre ocultada por la industria y financiada por el estado).
- Una fase intermedia de construcción (mínimo 10 años) y funcionamiento (operaciones de rutina las denominan de manera irónica).
- Una fase final de cierre que es su desmantelamiento y a la vez, de gestión de residuos radiactivos más letales hasta que se establezca su almacenamiento bajo tierra (procesos de los cuales se desentiende la propia industria que los ha producido).
El Grupo de Trabajo de Patrimonio de ADENEX ha realizado un inventario que recoge más de 40 chimeneas industriales en 23 localidades extremeñas. Estas antiguas chimeneas industriales de ladrillo son elementos arquitectónicos singulares, irrepetibles, característicos de sus enclaves, como dedos con los que la historia nos señala los lugares donde nuestros antepasados empeñaron sus esfuerzos para dejar una Extremadura mejor.
Desde nuestra asociación, se cree conveniente también que los ayuntamientos incluyan estos elementos de arqueología industrial en sus Catálogos Municipales de Bienes Protegidos.
Estos elementos de arqueología industrial, cada día más reivindicada, actualmente se encuentran en situaciones diversas: unas pertenecen a antiguas instalaciones mineras y se asientan en medio de las dehesas y pastizales, otras se encuentran en zonas urbanas donde evacuaban los humos de servicios e industrias variadas como termoeléctricas, cerámicas, almazaras, harineras, licoreras o jaboneras. En algunos casos se mantiene el conjunto industrial en su integridad permitiendo recuperar su contexto y posibilitar su interpretación, tal como ocurre en los casos de Almendralejo con sus bodegas o de Cáceres con el pozo de La Esmeralda del complejo minero de Aldea Moret. En otros casos encontramos chimeneas totalmente aisladas, descontextualizadas del conjunto industrial al que pertenecieron, último resto y empeñado recuerdo de lo que fueron. Es lo que sucede en Mérida, donde desapareció la fábrica de ladrillos y hoy, la chimenea, incluida en el Catálogo Municipal de Bienes Protegidos, da nombre a la urbanización que se levantó en el lugar.
En el pasado mes de julio, ADENEX dirigió un escrito a la Dirección General de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura requiriendo su atención sobre las antiguas chimeneas industriales de ladrillo que aún permanecen en pie en la región y solicitando que les sea otorgada su protección bajo alguna de las dos figuras previstas en la Ley extremeña de Patrimonio Histórico y Cultural del año 1999, ya sea la figura de Bien de Interés Cultural (figura reservada para los bienes más relevantes del Patrimonio Histórico o Cultural) o la de Bien Inventariado (figura válida para bienes singulares o con valores dignos de ser preservados). A esta solicitud de protección se adjuntaba una relación de más de 40 chimeneas situadas en 23 localidades extremeñas PINCHA AQUÍ PARA DESCARGAR EL INVENTARIO.
Algunas, pocas, de estas chimeneas están ya protegidas por la figura de Bien de Interés Cultural que establece la Ley de Patrimonio extremeña, como sucede con las restos mineros de Aldea Moret o la Casa de Cultura de Villafranca de los Barros, antigua fábrica harinera. Sin embargo la mayoría no tiene aún ningún tipo de protección.
Por ello ADENEX reitera su demanda a la Junta de Extremadura para que se pongan en marcha los mecanismos administrativos oportunos para la protección de estos elementos de arqueología industrial así como, en los casos en que sea oportuno, de las instalaciones industriales de las que formaban parte y que aún se mantienen en pie.
Cabe destacar, que en algunas localidades los colectivos locales han trabajado por su conservación y protección, como es el caso de la Asociación de Amigos de las Chimeneas de Almendralejo, localidad en la que se conserva el mayor número de chimeneas de Extremadura, relacionadas con su importante industria vinícola. Esta asociación ha trabajado con el ayuntamiento de la localidad para dar a conocer y proteger estas chimeneas, incluyéndolas próximamente en el Catálogo de Bienes Protegidos del Ayuntamiento.
En otras localidades como Plasencia, Mérida o Villafranca las antiguas chimeneas industriales están ya incluidas en su correspondiente Catálogo. Sin embargo, como se ha dicho ya, la mayoría aún no tienen ningún tipo de protección, ni regional ni municipal. Por ello corresponde a la sociedad civil extremeña, pero muy especialmente a las autoridades regionales y locales trabajar para conservar estos importantes elementos de arqueología industrial de nuestra región.
El mes de agosto es recordado como el primer paso que el hombre dio en una carrera armamentística atómica. El 6 y 9 de agosto de 1945, dos ciudades japonesas son arrasadas. Hiroshima y Nagasaki fueron bombardeadas pereciendo 300.00 personas como consecuencia de las radiaciones y si para algunos historiadores supuso el final de la segunda guerra mundial (el 14 de agosto un mensaje de radio informaba de la rendición del país nipón) para otros fue el inicio del desarrollo de las centrales nucleares en todo el mundo. Esa victoria impuesta de manera incondicional por el ejército de los EEEUU a Japón, sin otras soluciones diplomáticas, también supuso que no se pudiera acusar de este acto como “crimen contra la Humanidad”. Estudios de la documentación de la época señalan que “con toda probabilidad Japón se habría rendido antes del 1 de noviembre de 1945 aunque no se hubieran lanzado las bombas”.
El científico A. Einstein y el filósofo B. Russel impulsaron un movimiento social mundial a fin de buscar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, pero la dependencia del armamento estadounidense y la situación de ruina en buena parte de Europa impulsaron una nueva industria de armamento, a la cual se sumó enseguida la URSS cuya militarización le llevó a su desaparición a finales de los años 80. (C. Castoriadis. “Ante la guerra: Las realidades”.1986).
Que hayamos denominado “guerra fría” a todo ese periodo hasta la caída del muro de Berlín, no oculta que se haya realizado en caliente en mucho otros lugares del planeta. Así el intento de exterminio de la población de Palestina por el estado de Israel poseedor de bombas atómicas, el enfrentamiento entre Pakistán y la India ambos con armamento nuclear, o la guerra en Irak, Libia, Yemen y Siria donde se ha usado munición de uranio tanto enriquecido como empobrecido, provocando cánceres y malformaciones congénitas.
Que aún no ha terminado el negocio atómico, como bien nos recuerda la guerra contra Ucrania, que vuelve a enfrentar a potencias nucleares (EEEUU camuflado de OTAN y la Federación de Rusia) a fin de seguir produciendo el mayor negocio del siglo, la fabricación y venta de armas. La UE ha aceptado aumentar sus presupuestos militares precisamente en un momento de pandemia y emergencia climática arrolladora y acuciante. China no está lejos con su armamento militar nuclear.
Y hemos podido admitir esa situación de latencia siempre apocalíptica al introducir lo mortal del átomo para producir electricidad en muestras casas y negocios a lo largo de estos últimos 70 años; la primera central nuclear del mundo se construyó en la URSS en 1954, seguida dos años más tarde por Gran Bretaña.
Sí, todas las centrales nucleares del mundo tuvieron su comienzo en la pretensión de poseer la bomba atómica, que solo el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) iniciado en 1968 por EEUU, Gran Bretaña y la URSS, y en vigor desde1970, puso en evidencia. Los “átomos para la paz” no eran sino centrales nucleares camufladas de civiles, para con el uranio y plutonio generado en forma de residuos radiactivos poder obtener la fabricación de armamento nuclear.
El régimen de Franco también lo quiso y la central de Vandellós I de tecnología francesa (conectada a la red eléctrica en 1972, y cerrada en 1989 por un gran incendio) estaba destinada a tal motivo. La dictadura tenía previsto más de 40 centrales nucleares en toda España que solo los movimientos ecologistas frenaron y que la democracia redujo a solo 10 en funcionamiento. España se adhiere al TNP en 1987, a fin de no usar los residuos radiactivos para la fabricación de bombas atómica, entonces se consideraba que renunciar al armamento atómico era perder soberanía nacional y no ser dueños del destino patrio (Lino Camprubi: “ Los ingenieros de Franco. Ciencia, catolicismo y Guerra Fría”. 2017).
Las promesas de energía barata e inagotable de las primeras centrales nucleares ocultaban ese origen militar, pero sobre todo defectos tecnológicos muy graves, además de una producción ingente de residuos radiactivos sin solución tecnológica aplicable que solo la confianza ciega daba por asegurado. Los accidentes con víctimas mortales son por todos conocidos, y los varios miles de incidentes constantes, de una energía que precisamente representa un escaso 10,5 % mundial.
No solo hoy el mineral uranio se acaba, sino que se ha demostrado que es una fuente de electricidad muy cara, donde todo el proceso (altamente emisor de gases de efecto invernadero) hasta la propia central está subvencionado, y la gestión de residuos radiactivos, así como los seguros de accidentes mayores, corren por cuenta de nuestros impuestos, por cuenta del Estado. Todo esto sin tener en cuenta el riesgo de accidente grave que ningún prototipo mejorado ha logrado despejar, pues las denominadas centrales de “nueva generación” llevan un mínimo de 12 años de construcción y una ingente inversión, requiriendo del compromiso político y económico del Estado donde se asientan.
Esto ha hecho que todas las industrias dedicadas al átomo hayan cerrado (Westinghouse y Siemens) y que solo las empresas públicas del átomo del Estado francés sigan empeñadas en proseguir (EDF y la nueva Areva, Orano) dada su alta dependencia de lo nuclear. Es por esta razón, que el gobierno francés sigue insistiendo en que la Unión Europea subvencione el átomo civil, pintándolo de verde, a pesar de que lleva tres años en los que las altas temperaturas y la sequía prolongada está poniendo en jaque su producción eléctrica atómica de la cual depende hasta en un 70%.
Es ya innegable que se está en el momento del fin de una era del uso civil de la energía nuclear, enchufada a la red, en todo el mundo.
Un final relativo pues es una industria a la que le quedan todavía muchos años para su desmantelamiento total, y sin solución definitiva para albergar los residuos radiactivos de muy alta actividad cuya duración se cuenta en decenas de miles de años. Por ejemplo, en el caso de Vandellós I, en Tarragona, se prevé su desmantelamiento y clausura para el año 2028, cuyos residuos aun guarda Francia. Esto nos da una idea de que cuando cierra un central nuclear no se destruye todo el empleo disponible, sino que el Estado realiza nuevas inversiones en los territorios afectados.
En España las empresas propietarias de las centrales nucleares pactaron con el Gobierno un calendario de cierre, que para Almaraz será dentro de cinco años, teniendo otros 12 años más para su desmantelamiento y otros 30 años más para almacenar los residuos radiactivos de alta actividad.
Los que piden que hagan otra central nueva en la zona, o que se prolongue su funcionamiento, quieren seguir ignorando que una central nuclear no es una fábrica de chocolate y que hasta que no desaparezcan todos los residuos de su interior nunca los habitantes, en un radio de minimo75 km, estaremos seguros.
¿Realidades? Pues el último incendio en Casas de Miravete estuvo a 5 km de la central de Almaraz (notificación al CSN del 15 de julio). Suerte que el viento predominante cambio de rumbo.
El 7 de septiembre seguiremos exigiendo el cierre de Almaraz y de todas las demás. EXTREMADURA NO SE RESIGNA.
GT. ENERGÍA. ADENEX