NUEVO INFORME DEL IPCC

Se ha publicado el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) titulado “Cambio Climático 2022: impactos, adaptación y vulnerabilidad” de los ecosistemas naturales y de los sistemas socioeconómicos ante el cambio climático, donde también se analizan las mejores estrategias para reducir su impacto en diferentes escalas. Supone el trabajo más completo y actualizado sobre la crisis climática hasta la fecha.

El cambio climático provocado por el ser humano está causando una perturbación general y peligrosa en la naturaleza, afectando a la vida de millones de personas en el mundo. Las personas y los ecosistemas con menor capacidad de hacer frente a la situación son ya los más afectados, afirma la comunidad científica en este último informe. Alertan de que el mundo se enfrenta a multitud de riesgos climáticos durante las próximas dos décadas, y que, de no reducirse las emisiones en las décadas siguientes y se supera el nivel de calentamiento de 1,5 º C (establecido en el Acuerdo de París), se producirán impactos graves, algunos de ellos irreversibles.
Según la comunidad científica, casi la mitad de la humanidad (entre 3.300 y 3.600 millones de personas) viven en un contexto muy vulnerable al cambio climático. A nivel global, las zonas más vulnerables son el África central, el sudeste asiático y América central, mientras que, en el caso del continente europeo, la región más amenazada es el área del Mediterráneo. Se sabe que el Mediterráneo se calienta más rápidamente que la mayoría de zonas del mundo. Hay consenso en que en el mediterráneo la sequía será un riesgo muy relevante. En este sentido, las predicciones apuntan a que por cada grado que aumente la temperatura veremos reducidas las lluvias un 4%, por lo que se predicen unas reducciones de entre un 5% a un 20% según la nuestra capacidad de reducir emisiones.

Así mismo, se afirma que la vulnerabilidad humana y la de los ecosistemas están interrelacionados. El aumento de las olas de calor, las sequías y las inundaciones superan ya los umbrales de tolerancia de muchas plantas y animales, provocando extinciones locales de poblaciones de algunas especies sensibles a la temperatura o con poca movilidad, como son las especies endémicas o más especialistas, o mortalidades masivas de especies en hábitats más vulnerables al estrés térmico, como las praderas submarinas o los arrecifes coralinos. El informe se apoya en estudios científicos que advierten que más del 50% de las especies del planeta se han desplazado en los últimos años, hacia latitudes más al norte, o hacia zonas de mayor altitud, huyendo del aumento de temperaturas.

Asimismo, se ha analizado el riesgo de extinción de más de 100.000 especies de las que existe documentación científica. Y los resultados son preocupantes ya que, sin una reducción drástica de emisiones en las próximas dos décadas, el riesgo de extinción aumenta en muchos grupos taxonómicos, a menudo por encima del 10% de las especies. El informe destaca la primera extinción documentada de una especie de mamífero, el ratón con cola de mosaico (Melomys rubicola), extinguido después de que se redujera drásticamente su hábitat por impactos climáticos extremos y por la subida del nivel del mar.

Las medidas de adaptación para mantener la biodiversidad, de cuyos servicios dependemos absolutamente como sociedad, pasan por la restauración de los ecosistemas, el uso de soluciones basadas en la naturaleza y el aumento de territorio protegido. Para ello, el informe apuesta por pasar del 16% de áreas protegidas en el mundo, un dato pactado en el Convenios mundial de la Biodiversidad, al 30% o incluso al 50% en 2030. Estas soluciones basadas en proteger la naturaleza o restaurarla son importantes tienen que ir acompañadas en primer lugar de reducciones de emisiones de gases drásticas en múltiples sectores en las próximas dos décadas.

En relación a la agricultura, en Europa, la ciencia ya tiene constancia de que en los últimos 50 años las pérdidas de los cultivos debidos a la sequía se han triplicado. En el futuro, se esperan reducciones de hasta 17% de productividad en la región mediterránea, en los peores escenarios. Por otra parte, a nivel mundial se estima que en torno al 10% de la superficie cultivable no podrá dedicarse a la agricultura por culpa del cambio climático en escenarios de alto calentamiento. Además, las personas trabajadoras del campo podrían estar sometidas a 250 días de mucho calor por año. En el Mediterráneo el uso del agua en la agricultura deberá ser un punto clave para tratar de adaptarse a esta sequía y al aumento de temperaturas por lo que deberán promoverse otras formas de agricultura como la regenerativa.

El informe actual reconoce que el desarrollo humano actual ni es sostenible ni resiliente al cambio climático. Destaca la necesidad de acciones transformadoras inclusivas y equitativas, que mitiguen radicalmente las emisiones y efectos del cambio climático y a la vez permitan adaptar el territorio y las personas. Por último, la comunidad científica recalca en su informe la necesidad de que exista cooperación internacional y entre gobiernos en todos los niveles: con las comunidades, grupos socialmente más desfavorecidos, sociedad civil, organismos educativos, instituciones científicas y de otros tipos, medios de comunicación, e inversores y empresas de cara a facilitar un desarrollo humano a nivel planetario más sostenible y resiliente.

El informe concluye que es necesario actuar antes de que se cierre la oportunidad que tenemos, que es de sólo dos o tres décadas. Cada acción es relevante, ya sea en el ámbito gubernamental e internacional, en industrias y actividades sectoriales, o en cambios del estilo de vida, … El informe destaca la necesidad de introducir urgentemente cambios profundos y transformadores especialmente en los sectores y actividades económicas que generan emisiones. Los costes de adaptación a los impactos del cambio climático serán mucho más altos si no implementamos de manera drástica una reducción de emisiones comprometida en las próximas dos décadas.

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