ALIMENTACIÓN Y CAMBIO CLIMÁTICO
Después del sector industrial, las actividades económicas que más están contribuyendo aumentar la concentración de GEI (gases de efecto invernadero) en la atmósfera son la agricultura, la ganadería y los cambios de uso del suelo.
Todas estas actividades están relacionadas principalmente con la provisión de materias primas a la industria alimentaria. Se estima que esta es responsable de 1/3 de las emisiones de efecto invernadero (de ese tercio una parte se debe al consumo de energía de esta industria). Sin embargo, la producción de alimentos también genera emisiones sin implicar ningún tipo de producción de energía. Estas emisiones suponen aproximadamente un 25% del total.
La principal actividad emisora de la producción alimentaria consiste en la emisión de CH4 (metano) debida a los procesos digestivos del ganado rumiante sobre todo vacuno, por su volumen de producción y su intensidad emisora. Estos animales poseen sistemas digestivos capaces de degradar grandes cantidades de celulosa con procesos de fermentación en los que se produce metano como producto secundario.
Probablemente una de las formas más sencillas de reducir las emisiones de efecto invernadero a corto plazo sería el cambio en los patrones de alimentación de la población. Una de las bases de las dietas en occidente es la carne de vacuno. Como hemos visto, ésta es la principal emisora de metano a la atmósfera, y además su producción es altamente ineficiente en aprovechamiento del suelo, ya que implica el uso de grandes superficies para pastos. Esto se traduce en que una ración de carne de vacuno genera 6 veces más emisiones que una de pollo, y más de 100 veces que un plato de lentejas.
Fuente: fao.org
La siguiente actividad más intensiva en la producción de emisiones es el cultivo de arroz. La mayor parte del arroz cultivado en todo el mundo se realiza con variedades que requieren la inundación de los terrenos de cultivo durante varios meses del año. En ese tiempo, la materia orgánica del sustrato se degrada por microorganismos en condiciones anaeróbicas, proceso en el que se genera metano que asciende y se difunde a la atmósfera.
Otra importante actividad agrícola emisora es la fertilización del suelo. En la actualidad, la principal forma de enriquecer los suelos agrícolas es mediante la adición de sustancias que aumentan la disponibilidad de nitrógeno en los sustratos. Este nitrógeno participa en varios procesos químicos en los que se produce amonio y posteriormente nitratos, que acaban transformándose en dióxido de nitrógeno, gas de efecto invernadero que se filtra del suelo a la atmósfera.
Por último, dos actividades emisoras que contribuyen algo menos que las anteriores son la gestión de estiércoles y la quema de residuos procedentes de las cosechas. En la primera se dan procesos similares a los que acabamos de ver relacionados con el metano y el dióxido de nitrógeno, mientras la quema de residuos es una fuente de dióxido de carbono derivado de la combustión de materia rica en carbono.
Por tanto, nuestra alimentación es responsable de entre un 25% y un 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Existe un claro vínculo entre nuestro modelo de producción de alimentos, la destrucción de los ecosistemas y el cambio climático. Las causas de este enorme impacto tenemos que buscarlas en cómo y dónde se producen estos alimentos, en la manera en la que se distribuyen y en los hábitos de consumo.
Por otra parte, el desperdicio de alimentos representa más del 8% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el ser humano, lo que lo convierte en un gran contribuyente al cambio climático. Según las Naciones Unidas, si el desperdicio de alimentos fuera un país, sería el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, solo detrás de China y EE. UU.
Desde el boletín informativo del CENEAM (Centro Nacional de Educación Ambiental) nos llega una exposición para trabajar y entender la relación de nuestra alimentación y el cambio climático y cómo poder solventar parte de las emisiones de GEI de los países enriquecidos para aminorar en un futuro los efectos del cambio climático sobre el planeta y las personas. La exposición consta de 18 fotos en las que se recogen distintas problemáticas relacionadas con la alimentación. A partir de cada una de ellas se plantean una serie de preguntas.
La artista Lola García Garrido es la autora de la exposición, y muestra en ella su mirada más crítica sobre el modelo actual de alimentación. Nos hacer cuestionarnos, nuestra forma de alimentarnos y, por ende, de consumir alimentos. Esta exposición se enmarca en el proyecto europeo Food Wave sobre Cambio climático y alimentación.
Se trata de un recurso educativo para trabajar en áreas de conocimiento como Biología y Geología, Economía y Ciencias de la Tierra y Medioambientales de cara a conseguir un cambio en los hábitos alimentarios de los jóvenes a través de la información, formación y discusión, sensibilizar al alumnado sobre los problemas relacionados con la producción agrícola y ganadera como responsables del cambio climático así como con la correcta elección de productos de consumo alimenticios e implicarles en la búsqueda de soluciones para los problemas relacionados con la alimentación.
La exposición se puede ver y trabajar on line en el siguiente enlace:
https://peopleartfactory.com/g/alimentacionycambioclimatico