DURANTE EL CORONAVIRUS, LLEVA UN DIARIO PERSONAL

butterfly 1127666 1920
 
¿Cómo lo lleváis?.  ¿Qué tal estáis? Me parecen las primeras preguntas obligadas para seguir interviniendo en el Correo del Lunes. Y lo hago, además, para animar a los que queráis ponerlo por escrito como memoria colectiva de nuestro confinamiento. 
 
Ahora, más que nunca, la capacidad de poner por escrito nuestras sensaciones durante este encierro nos puede servir para cuando, superada la tragedia mayor (las muertes), no se nos olvide lo ocurrido, lo pensado, lo cercano, lo sufrido y lo rejuntado. Escribir un diario personal nos permitirá no caer en el olvido una vez pase la pandemia. Una vez pase, y antes de que llegue la próxima, volver a leernos con nuestros recuerdos y también con nuestras oportunidades. 
 
En estos momentos en que todos queremos salir mejores y cambiados, comprobamos que las mejores respuestas globales llegan desde lo local, desde lo cercano y que algunas de ellas hacen mejorar el planeta en su conjunto. ¿Tiene que ocurrir solo en caso de riesgo total?  ¿es porque nos ha tocado ahora también a nosotros? Quizás esa consigna de no hacer nada concreto y rápido contra el ineludible cambio climático sea porque no nos afectaba de lleno, pero que de manera dramática  extendido  también a lo epidemiológico,  lo vemos de otra manera más realista. Quizá entendamos mejor la deforestación brutal (40 millones de árboles al año son talados), el incendio de casi toda Australia, la pérdida de especies clave para el equilibrio ecosistémico o  la extracción frenética de minerales bajo el suelo, son  indicios que los epidemiólogos ya habían constatado desde principios de los años 70.
 
Comprobamos que en año 2018 se realizaron en el mundo 4.300 millones de viajes en avión (más de la mitad de toda la población mundial), la gran mayoría en el hemisferio norte y en la parte más sur del planeta. Viajes no solo de turismo sino comerciales y provocados por la deslocalización industrial y un empleo precario. Resulta que los datos de los más afectados por el coronavirus coinciden con esta área terrestre. Comprobamos que solo una ciudad en China produce la mitad de todos los teléfonos del mundo. Una globalización funesta.
Pero también comprobamos que nuestros alimentos y cuidados llegan desde lo más cercano, que lo rural nos protege más que en las grandes metrópolis, que si acompasamos nuestro ritmo con el de la naturaleza que nos sostiene mejoramos psicológica, social y económicamente . ¿Por qué nos damos cuenta ahora que las aves existen también como insectívoras? 
Un último deseo ahora que todo está entre paréntesis obligado: ¿podríamos parar también los conflictos bélicos en el mundo? Habría que dejar de fabricar y vender armas.
 
Compartir en Redes Sociales

Imprimir   Correo electrónico